Alejandro González Iñárritu en su cinta 21 gramos nos deleita con un puzzle lleno de amor, venganza, y emancipación, una magnífica narrativa del dolor, una construcción cinematográfica a partir de la deconstrucción de una historia cargada de enviones emocionales y supra-racionales, explicada en diferentes tiempos verbales y distintos espacios, alejándose de cualquier convencionalismo.
La narrativa nos embarca en diversas manifestaciones que tratan de romper las normas preconcebidas de cualquier cinta lineal, nos pone a pensar y analizar donde encajar cada uno de los elipses, y juega con la mente del espectador de una manera que despierta su interés de inmediato; un muy buen logro, el hecho de poder acoger la atención de su público más crítico y exigente.
Así pues, 21 Gramos se dice que tiene algo de mágico, y luego de haberla visto, cínicamente se queda grabada en nuestra retina y permanece en la mente y boca por varios días, ya que la vicisitud social que puede generar su historia hace que reflexionemos y nos pongamos a cuestionar y a socializar acerca de ello.
Veamos, la historia nos narra la vida de tres personajes , una vida que intencionalmente se vuelve dependiente una de la otra y que en un principio sin conocerse, están ligadas directamente a su “destino” que las junta paralelamente en un mismo tiempo y en un mismo espacio, sirviendo de puente para remediar de algún modo el error cometido el cual se paga con sangre y violencia, y que por consecuencia trae muerte y desolación, en ese sentido si retomamos el cifrado de lo que el director nos quiere decir con “21 gramos” allí él le da un significado a la vida, y el resultado de 21 gramos es su peso, o más bien, en palabras más coloquiales, podemos decir que “la vida no pesa nada” y que por eso seguramente a muchas personas no le importa acabar con ella, haciendo cuenta de que la muerte es inevitable y que accidentalmente o incidentalmente estará presente en cualquier momento.
Además, de que la vida pese poco, (21 gramos), y que pese mas nuestras acciones, existen varias teorías de varios filósofos que determinan que la vida está ligada con el “alma”, uno de ellos es Tomas de Aquino, quien define el cuerpo humano en dos estados, uno material ubicado en espacio y tiempo y uno no material que puede manejar ese espacio y tiempo con la razón, replanteando esta teoría se puede decir que la mente es una fuente poderosa que oprime, reprime y suprime el accionar, y el cuerpo es esa máquina estructural que funciona por movimientos intrínsecos que nos dinamiza la vida y nos posibilita el reaccionar, pero que a la vez que nos limita y nos pesa, ya al morir, perdemos el “alma”, porque ese cuerpo carece de razón y sólo queda la materia corporal en un espacio que se vuelve indeterminado en un tiempo limitado.
¿Tenemos alma?
El “alma” es un concepto que se trata con más influencia en lo filosófico y se administra desde lo teológico o metafísico, más exactamente desde la rama de la espiritualidad, y algunos filósofos lo analizan y deducen así: Hegel, “El alma es el auto desarrollo de la idea”. Nietzsche “El alma como voluntad de poder”. Freud, como diferencia entre el "yo" y el "super-yo". Heidegger, como "ser-ahí". Espinoza habla del alma como atributo y modo de la substancia divina. Kant la califica de imposibilidad de aprehender lo absoluto y Fichte, como “saber y acción”.
Todas estas teorías, cada una desde sus particularidades se retroalimentan desde hace mucho tiempo sobre las acciones reales, imaginarias, consientes e inconscientes que el ser humano pueda realizar y las posibles consecuencias que repercutan de ese accionar, dejando mucha de la responsabilidad a lo espiritual, luego con el pasar del tiempo el pensamiento occidental recayó también en ese dualismo, masificando y diversificando el concepto entre lo que puede ser “cuerpo y alma”, ahora la pregunta es, ¿científicamente que se ha hablado de ello? En la película 21 gramos vemos la vida desde un modo real, desde lo que la fisiología nos puede enseñar, sobre los accionarios reales que nos pueden hacer perder el control dejando nuestro sistema corporal sin función o sobre el sostenernos de un hilo dependiendo de instrumentos modulares y estructurados que nos pueden definir sobre lo que es la vida o la muerte exactamente.
Estoy hablando desde lo real, desde lo objetivo, de lo que funciona o no, y en ese sentido el cuerpo es real, es un proceso homeostático, físico, que consiste en dar el equilibrio necesario a todo nuestro sistema interno, para que nuestra vida funcione correctamente; cuando algo internamente pierde el equilibrio ese sistema deja de funcionar y el proceso se detiene, dándonos la muerte.
Por consiguiente, ya en estudios e investigaciones se ha concluido que nuestro cuerpo pesa 21 gramos menos cuando morimos, y el culpable de este lío es el Doctor Douglas MacDougall y su “teoría del peso del alma” que se remonta a 1927, en esta publicación exterioriza que toda persona pierde 21 gramos en el último minuto de su muerte, y que este peso equivale al peso de la vida, esta investigación desde la praxis consistió en colocar a seis enfermos terminales en observación constante pesándolos en sus últimos momentos vitales, (antes, durante y después), y el resultado fue el mismo en todos los casos, todos perdían 21 gramos justo antes de morir, posteriormente experimentó con animales y no obtuvo el mismo resultado, por eso reiterando la filosofía de algunos filósofos griegos de la antigüedad sacan la conclusión espiritual de que sólo los humanos tienen alma y que este es su peso, “21 gramos”.
La duda existe y existirá y estas teorías no pasarán de ser una caracterización existencialista permeada por la filosofía imaginaria de muchos estudiosos que pretenden arreglar el mundo con algún libro, sin pensar mas directamente que la vida real es mucho más cruel y desafiante y el cine es una muy buena representación de ello, por tanto; Alejandro González Iñárritu con su obra nos demuestra que 21 gramos es el peso de una venganza que se ejemplifica con dolor, que la vida pesa lo mismo que una chocolatina, que para algunos no vale más que cinco monedas, y que sólo los que viven en la realidad saben qué es la vida y qué es la muerte, cuánto puede pesar llevar una vida vacía, o cuánto puede pesar causar una muerte, es complejo, pero todo se torna desde las acciones, y así no sepamos nunca si existe un alma, o si lo que vivimos en el transcurso de la vida no cabe en 21 gramos, lo que sí sabemos es que existen vidas, que se pueden acabar por muchas causas, y una de ellas es no hacer valer a plenitud el derecho a vivir.