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El Examen
Jueves 09 de Febrero, 2012


El Examen

 

 

 

 

Por Juan Antonio Escobar R.
Adm del medio ambiente
Docente de la Fundación Universitaria del Área Andina

 

 

 

 

 

La clase de matemática 7 era célebre entre todos los alumnos de la escuela de ingenieros, no solo por la complejidad de sus contenidos, sino por lo implacable que era su docente. Ernesto Mutis.

Ernesto, era famoso por que nadie en sus 25 años de carrera le había podido hacer fraude en uno de sus también legendarios parciales. Cada uno de los valientes que lo había intentado fue expulsado de la universidad o sometido, en el mejor de los casos, a repetir el semestre.

Gabriel Manrique, y Julián Arjona, “los pasteleros del oeste” recordaban como el hermano mayor de una de sus tantas novias había sido expulsado un año cuando casi lo logra. Tras su calculadora, David había escrito las fórmulas necesarias para pasar el examen, pero cual sería su mala suerte cuando el profesor le pidió la calculadora para una cuenta que necesitaba hacer, vio las fórmulas y lo reprobó. Era quien había estado más cerca de lograrlo.

Julián y Gabriel consideraban que su suerte sería otra. Así que decidieron elaborar un plan como nunca nadie lo había elaborado. Era simple y genial al mismo tiempo. Su propia operación Valkiria.

Andrea la insegura y enamoradiza monitora del profesor, había sido seducida con éxito por Gabriel. Gabriel sabía que una mujer enamorada, estaría dispuesta a dar muchas cosas. Entre ellas, pasarle el examen resuelto. Dos noches antes, y en contra de las consideraciones éticas de Julián, Gabriel que sabía que en la guerra todo se valía, invitó a una cena romántica a su admiradora e imaginándose a otra mujer, le dio un beso largo y apasionado. Ella lo miraba en silencio con ojos de total ensoñación. No podía creer que el hombre más popular de la escuela la hubiera besado.

Un día anterior al examen, en la cafetería del campus, Gabriel tomó la mano de Andrea, le contó una historia de una hora que incluía un pariente muerto, una quiebra económica y un par de lágrimas teatrales, para terminar pidiéndole el examen resuelto con anterioridad. Todos sabían que el profe Ernesto, le confiaba todos sus papeles a la incorruptible y aplicada Andrea. Pero el punto débil de las buenas personas parece ser el corazón y Andrea conmovida accedió al pedido. Gabriel quedó de pasar a las ocho de la noche por los exámenes que el profesor le dejaría en la oficina.

Gabriel esa tarde tranquilo, se tomó unas cervezas con Julián, le dijo que todo estaba listo, y le dio una cátedra sobre la no vinculación del corazón en la elaboración de una estrategia.

A las ocho de la noche, Andrea abrió la puerta de la casa. Era su príncipe azul un tanto pasado de tragos.

- ¿Y bien?

- Gabito, se presentó un lío. Imagínese que Mutis me llamó y me dijo que estaba haciendo una diligencia, y que me pasaba la hoja de examen mañana en la mañana.
- ¡Mierda! ¡El examen es mañana a primera hora! Dame un segundo.
- Aló. Julián hermano, a esta vieja no le pasaron el examen que se lo pasan mañana. Se enredó el plan. ¿Qué vamos a hacer? Y sin haber estudiado un carajo.
- Gabriel, sólo queda una cosa por hacer. Mañana en la mañana, nos retrasamos unos cinco minutos, usted le timbra al celular a Andrea, ella sale con el examen resuelto del salón, pasamos las respuestas, entramos al salón, nos inventamos cualquier bobada, y listo, lo resolvemos. Cual es el lío.
- ¡Gran guevón! Usted es un genio. Listo ¡quedamos así!
Gabriel le contó el plan a Andrea y ella estuvo de acuerdo.

Al otro día, ambos monsalvetes llegaron muy temprano en la mañana. Se ocultaron en uno de los salones contiguos, esperaron a que estudiantes, profesor, y monitora, entraran. A los dos minutos llamaron a Andrea al celular. Ella salió con el examen resuelto en la mano. Copiaron las respuestas mientras que Andrea volvió a entrar el salón.

Tocaron a la puerta. El profesor Ernesto abrió con el ceño fruncido, y les dijo con su voz hostil:

- ¿Y ustedes qué? ¿Qué son estas horas? ¡Hace rato que empezó el examen!

A lo que Gabriel respondió:
- Doctor Mutis, imagínese que camino hacia acá se nos pinchó el carro. Cambiamos la llanta lo más rápido que se pudo, y por nuestro alto compromiso y responsabilidad, decidimos venir a presentar la evaluación.

Mutis los miró y sonrió. A Gabriel lo ubicó en la parte de adelante del salón, contra el tablero, y a Julián lo hizo sentar en la última fila.

- Olvídense de la evaluación. Voy a hacerles una sola pregunta jovencitos. Si me la contestan acertadamente tendrán la máxima nota. De no ser así, perderán el semestre.

Los dos estudiantes sudaban a cántaros, y en la boca de Andrea se dibujó una disimulada sonrisa.

Mutis les entregó un par de hojas en blanco y les dijo:

- Quiero que me respondan… ¿Cuál de las llantas del carro fue la que se les pinchó?

Ejercicio:

Calcular la probabilidad de que tanto Julián como Gabriel, salgan airosos de este embrollo. 



 



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