Por: Jhonny Alejandro Campos Duque 

Recordar lo aburrido que fue ver "Dios no está muerto" me hace pensar en lo insoportable que ha de ser para una ateo leer la biblia de pé a pá. Dejó claro que este texto requiere, para ser leído, dejar la biblia a un lado y de paso, si le es posible, retirar de su cabeza todo lo que cree saber o sabe de filósofos que niegan la existencia de Dios. No soy ateo, creo en Dios: ¡MI DIOS! Y no pretendo abrir un debate sobre algo tan controversial e individual como la creencia en un ser superior. No me voy a suicidar textualmente.

La historia esta basada en un libro y una canción: CRISTIANOS CLAROS y la resumo así: un estudiante, aspirante a abogado e interpretado por Shane Harper -un muchachito de esos de Disney-, se niega a escribir: "DIOS ESTÁ MUERTO" en una hoja entregada por su profesor universitario de Filosofía, encarando por el actor Kevin Sorbo a quien el tiempo le ha pasado -es casi imposible recordarlo como Hércules*-; dada la postura del Cristiano estudiante, el prepotente, inseguro, arrogante y sobreactuado docente lo reta a sustentar, durante los últimos 20 minutos de  las tres clases siguientes, la existencia de Dios. Él, con miedo, acepta el desafío y ahí LA HISTORIA PRINCIPAL; digo historia principal porque en esta película hay muchas historias:

La de la mujer musulmana que cree en el Dios Cristiano en secreto y es echada de su casa al ser descubierta por su "villano" padre. La de la novia posesiva que no ama a su novio desde la admiración por lo que es, sino desde el deseo de que él haga lo ella quiere ¡QUÉ COSA MÁS COMÚN! La de los hombres religiosos a los que un carro, a los que dos carros no les prenden hasta que oran para que les funcione.  La de una madre con alzheimer que tiene dos hijos: la hija "víctima" de un hombre que no respeta sus creencias; el hijo, un despiadado macho capaz de terminar con su novia cuando está le cuenta que tiene cáncer. La de la mujer con cáncer que antes de ser diagnosticada con la enfermedad no cree en Dios y su única deidad es el trabajo. La de Willie Robertson**, que mata patos, crea y vende máquinas para matar patos pero sin falta acude a la Iglesia. La de un joven chino que pone en riesgo la posibilidad de su hermano menor de estudiar por fuera del comunista país, pues hablar por teléfono con su padre y le cuenta que esta queriendo creer en Dios y en China ¡TAMBIÉN HAY CHUZADAS! En fin, historias es lo que tiene esta películas, dramas enmarcados en una sola premisa: creer en el Dios Cristiano es el único camino para la vida.

Muchas historias con poca profundidad y entrelazadas de forma forzada omitiendo personajes, emociones, situaciones y acciones que sustenten, sugieran y transmitan la dimensión humana de un conflicto de creencias. SÍ; NO TERMINÉ LA PELÍCULA PORQUE NO PUDE SOPORTAR TANTO AUTORITARISMO NARRATIVO, TANTA EVASIÓN AL CONFLICTO, TANTA SOBERBIA AUDIOVISUAL; TANTO FALSO DUELO POR LA FE.

Mi interés ADEMÁS DE ESCRIBIR DE ALGO QUE NO ME GUSTO, es resaltar poniendo como ejemplo este largometraje -al que por cierto le sobran planos generales y su producción de sonido exagero en el uso de la música- el poder del cine para contar todo tipo de historias, la capacidad potencial de ese medio para adoctrinar, eliminar posturas contradictorias dentro un discurso y hacer de forma autoritaria ¡LO QUE AL ESCRITOR, PRODUCTOR Y/O DIRECTOR LE DA LA GANA! Porque eso es el cine, un discurso PERSONAL O INSTITUCIONAL soportado en imágenes visuales y sonoras.