Han pasado meses ya desde su estreno nacional, el 10 de enero, y tiempo después de verla por "última" vez en el cine decido escribir sobre ella; porque ¡La vuelvo a ver en pantalla grande! -Es la película de la semana en Cine en Cámara de Pereira*-. Mientras las sillas en Cine Colombia se ocupaban de espectadores para la cita "casi tradicional" con el cine nacional el 25 de diciembre, los gringos y otros habitantes del mundo la veían en su estreno en salas comerciales, después de pasar por tres festivales relativamente importantes** y salas de cine en Italia, Brasil y Portugal; entre otros ¡afortunados países! ¿Por qué será que no siempre lo bueno llega a tiempo?
Un adulto que de joven fue feliz, se desconecta del mundo real para darle lugar a la imaginación en momentos tan personales como inverosímiles y hasta estupidamente divertidos; todo mientras enfrenta sus fracasos, su culpa, el miedo de confesarle a la casi mujer de su vida que la ama y la búsqueda desesperada de sus sueños truncados. La excusa para la valentia: encontar el negativo fotográfico que contiene "La quinta esencia de la vida." The Secret Life of Walter Mitty es más compleja de lo que parece y menos ficción de lo que se pensaría a primera vista.
Ben Stiller, quien ya ha dirigido series y películas para television y cuatro largometrajes (dos de ellos vistos por mí y ¡detestables!: Tropic Thunder; 2008 y Zoolander; 2001, y dos más que no he visto ni quiero ver: The Cable Guy; 1996 y Reality Bites; 1994) presenta una historia de 114 minutos en la que cada secuencia dice mucho pensándolas y demasiado: si se les reflexiona.
¿Qué tan grande es el amor de una madre por sus hijos? ¿Qué tanto se reconoce y valora el trabajo de los empleados aparentemente invisibles dentro de una empresa? ¿Con qué frecuencia se recuerda la infancia? ¿Cuánto se pierde con la transformación de las publicaciones impresas a publicaciones digitales? ¿Qué tan importante es llamar al otro por el nombre y mirarlo a los ojos cuando se le habla? ¿Por qué el trabajo rutinario suele alejar las pasiones? ¿Qué tanto daño le hace a la felicidad de un individuo la pérdida de su soporte económico? ¿Para cuándo un Papá John’s en Pereira?
Esas son solo algunas de las preguntas que me surgieron ver “la Increíble Vida de Walter Mitty” como se tituló en Colombia, contrario a otros lugares donde se tradujo como “La Vida Secreta de Walter Mitty”. Las sugiere porque eso es Mitty, un hombre que se enfrenta a la posibilidad -del medio y de él- de cambiar, de viajar, de conocer, de preguntar, de sentir miedo y de adquirir información para combatirlo, de recordar lo que es vivir y vivirlo. Sí es una película positivista, sí es una película con la que se puede sentir fracaso o fortuna y sí es una película ideal para navidad y año nuevo; celebraciones generalmente acompañadas de nostalgia y propósitos. Sí, los recorridos visuales y sonoros por Groenlandia, Islandia y el Himalaya son bellísimos.
Bello es también la transmisión de manera sensible, y a pesar de sus muchos clichés, de las múltiples posibilidades de autoconocimiento que ofrecen el viajar y el amar; a pesar de lo costoso de lo primero y en ocasiones lo doloroso de lo segundo. Nada bello: el peinado y la horrible barba de Ted Hendricks (Adam Scott) porque sobre caricaturiza su personaje y ahí es suficiente con su gestualidad. Encantadora, la banda sonora: ¡Qué música! y algo molesta la mucha publicidad dentro de la narración visual. Pero al final, lo que deja los viajes de Walter, la vida de Mitty es que hay que avanzar; si es en avión: mejor.
*Espacio de proyección cinematográfica del Área Cultural de la Cámara de Comercio de Pereira.