Por Diego Leandro Marín Ossa*

Si tenemos presente que los blogs son descendientes de los cuadernos de viaje que en los barcos eran conservados al interior de un armario de madera llamado bitácora, podemos imaginar la importancia que para los marineros en su momento y para los internautas de hoy, tiene la información depositada allí.

Podemos decir que un blog, es descendiente de esta antigua forma de memoria en la que los lenguajes verbal e icónico, sonoro, visual y audiovisual permiten consignar en soportes electrónicos información valiosa para los blogueros. Y de paso se puede afirmar que hoy en día se han creado nuevas maneras de conservar las memorias personales.

Por ello el blog suele ser un cuaderno electrónico en el que se deposita la información de un viaje individual o colectivo, en el que se publican aspectos de la vida de alguien, de una empresa e incluso de algún proceso educativo. En ellos también se intercambian experiencias sobre los recorridos viajeros de alguien a través del mundo, del continente o incluso del barrio. En ocasiones estos viajes se emprenden por poblaciones y países o por el interior de sí mismo de manera imaginada.

Existen otros blogs que funcionan a manera de metablogs, siendo su función agrupar a los que tratan asuntos relacionados: turismo, artes, espectáculos, historia, educación, en los que se pretende generar intercambio de información y motivar la navegación de los usuarios interesados en temas puntuales: por ejemplo los fotologs (bitácoras fotográficas), vlogs (bitácoras de videos), audioblogs (bitácoras sonoras) y moblogs (blogs administrados desde los celulares). Hay incluso laboratorios de blogs en los que se orienta la construcción de este tipo de bitácoras (blogslab).

Pero de todos estos el blog personal es inquietante, debido a su carácter autorreferencial, a sus posibilidades para la autoinvención y la educación desde la subjetividad, haciendo uso de las tecnologías y relatos del yo.

Es así que el diario electrónico resulta una forma de representación de la mismidad, por medio de la cual se dibuja la personalidad, el comportamiento, las creencias, los prejuicios, los anhelos y temores y todo aquello que hable de la mirada que se tiene sobre el mundo y sus fenómenos, desde el punto de vista de cada bloguero.

Se puede decir que el blog es un soporte para la memoria, una forma de la subjetividad que de alguna manera nos remite al mito de Narciso (el blog personal como eco de la imagen especular) y también al de Hermes (el blog personal como medio de comunicación que porta mensajes sobre lugares, hechos noticiosos, imágenes y memorias personales).

Por otra parte el blog personal es un territorio del cual se parte y al cual se llega, como lo haría Ulises tras su Odisea. En el caso del bloguero, la trayectoria épica de una vida cotidiana llena de obstáculos y retos, cuyos relatos se consignan en su diario electrónico, le permite hacer de ese medio una representación de la tierra prometida, recreada por el autor, su Ítaca como lugar de sentido.

En muchos casos el blog puede servir como forma contemporánea del método socrático (conócete a ti mismo), en la medida que permite identificar rasgos autobiográficos, a partir de los cuales el estudiante se apoye para la afirmación de su personalidad, en las dinámicas que implica la permanente búsqueda de identidad y el docente puede encontrar en ellos, un soporte para acercarse a sus estudiantes, y cultivar a través de estas formas de subjetividad variadas prácticas educativas.

El blog personal es una forma de autoinvención pues invita a mirarse, es decir a narrar, describir, contemplar y a transformar la situación cognitiva y existencial de los blogueros desde la subjetividad.

Si los cuadernos de viaje sirvieron a los marineros para la construcción de una historia de la navegación, ahora los blogs son útiles para comprender la elaboración de las historias de vida, de personas y comunidades en su trasegar por el mundo.

De una cartografía y objetivada del mundo a través de los mapas continentales fabricados a partir de imágenes mentales de los primeros exploradores del mar, quienes se ingeniaron convenciones e incluso fantasías sobre límites físicos del planeta, presenciamos hoy el surgimiento de una cartografía subjetiva del yo por medio de improntas cotidianas, registradas en fotografías, videos y otros relatos, que dan cuenta de las rutas que se fabrican en la vida contemporánea al navegar en internet.

*Docente de la Escuela de Español y Comunicación Audiovisual de La Universidad Tecnológica de Pereira. Magíster en Comunicación Educativa. Profesor Invitado a universidades de Centroamérica y Argentina. Investigador de comunicación, arte y educación. Escribe en los blogs de El.Espectador.com

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