Precaución. Sobre la tierra naranja de Trujillo, Valle del Cauca, inicia la XI Peregrinación Nacional, homenaje a las víctimas de la masacre de 1990.
Los familiares caminan por las calles principales y cantan recordando a los que no están al coro de un “todavía pedimos, todavía soñamos, todavía esperamos”. La Iglesia del Perpetuo Socorro aprueba en silencio la plegaria que se canta 22 años después de lo sucedido.
La Peregrinación es acompañada por el padre Javier Giraldo, quien los apoya en esta lucha por preservar la memoria. Bendice las calles que se nombran en memoria de los desaparecidos: “Que esto nunca más se vuelva a repetir. La memoria, si la tenemos presente, está alentándonos cotidianamente para que estos horrores no vuelvan a suceder. Que su memoria sea bendita y descansen en paz. Amén”, ora este sacerdote defensor de los derechos humanos.
El padre Javier bendice la placa que recuerda a Tiberio Fernández, otro sacerdote, quien fue asesinado en el 90. Ayudaba a los campesinos a organizarse y defender sus derechos. Es acusado de ser colaborador de la guerrilla del ELN y “un viernes santo, en el Sermón de las Siete Palabras, el padre Tiberio dijo: ‘Si mi sangre contribuye para que en Trujillo amanezca la paz que tanto anhelamos, gustosamente la derramaré’.Cuatro días después se lo llevaron, lo torturaron y lo echaron al río”, cuenta la hermana Maritze Trigos, una de las líderes del proceso.