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La importancia de la Literatura para la Democracia de un país
Miércoles 01 de Febrero, 2012


La importancia de la Literatura para la Democracia de un país

¨Para los que no tenemos creencias, la democracia es nuestra religión¨.

Paul Auster

 

Parafraseando al filósofo francés Jaques Derrida cuando decía que no hay democracia sin literatura, y no hay literatura sin democracia, me uno a su planteamiento, ya que me parece de suma importancia el papel que desempeña la literatura en la construcción de democracia para un país.

Recordemos aquella época brillante que fue la Ilustración y en especial a Juan Jacobo Rousseau, uno de los más radicales ideólogos del siglo XVII. Este hombre se opuso a la opresión feudal y al Absolutismo, afirmando que el mal de la sociedad radicaba en la existencia de la riqueza y que el Estado acrecentaba la desigualdad entre los hombres. En su libro El Contrato Social publicado en 1762 estableció la solución para liberar a la sociedad de los males y del despotismo, creando un Estado democrático producto de un contrato voluntario entre los individuos, donde prevalecería la libertad y el ejercicio de la soberanía popular.

No yendo tan lejos, y volviendo a nuestro tiempo, en pasados días, el nuevo premio Nobel de literatura, el peruano Mario Vargas Llosa en su rueda de prensa dijo que la buena literatura da placer y crea gente menos manipulable. Pero lo primordial de su dictamen fue cuando dijo que: “el goce que produce la buena literatura es incomparable. Pero además, la literatura es fundamental si nosotros queremos tener un futuro de libertad”.

Sí, es verdad, por medio de la literatura se crean ciudadanos menos fácilmente manipulables, no podemos olvidar lo que hizo el alemán Adolfo Hitler, mandó a quemar todas las bibliotecas alemanas. En la primavera de 1933, las organizaciones estudiantiles, los profesores y los bibliotecarios nazis armaron largas listas de libros que pensaban que no debían ser leídos por los alemanes. Luego en la noche del 10 de mayo de 1933, los nazis allanaron bibliotecas y librerías de toda Alemania. Marcharon con antorchas en desfiles nocturnos, cantaron canciones y arrojaron libros a enormes hogueras. Esa noche se quemaron más de 25.000 libros. Algunos eran obras de autores judíos, incluidos Albert Einstein y Sigmund Freud. Pero la mayor parte de los libros eran de autores no judíos, incluidos estadounidenses famosos como Jack London, Ernest Hemingway y Sinclair Lewis, cuyas ideas eran vistas por los nazis como diferentes a las propias y, por lo tanto, no debían leerse.

Lo mismo ocurrió en la dictadura argentina. El 29 de abril de 1976, Luciano Benjamín Menéndez, jefe del III Cuerpo de Ejército con asiento en Córdoba, ordenó una quema colectiva de libros, entre los que se hallaban obras de Proust, García Márquez, Cortázar, Neruda, Vargas Llosa, Saint-Exupéry, entre otros . Dijo que lo hacía "a fin de que no quede ninguna parte de estos libros, folletos, revistas... para que con este material no se siga engañando a nuestros hijos". Y agregó: "De la misma manera que destruimos por el fuego la documentación perniciosa que afecta al intelecto y nuestra manera de ser cristiana, serán destruidos los enemigos del alma argentina".

Nada despierta tanto el espíritu crítico en una sociedad como la buena literatura. Esa es la razón por la cual todos los regímenes dictatoriales de cualquier índole, lo primero que hacen, es establecer censuras, ya que ven a la literatura como un enemigo a exterminar. Es ahí donde nos damos cuenta de la importancia de la literatura para la construcción de democracia en un país, ya que por medio de ésta cada escritor tiene todo el derecho de expresar sus pensamientos e inconformidades.

Para el caso, pongo como ejemplo al desaparecido escritor portugués y además Premio Nobel de Literatura en 1998 José Saramago, pues me parece que las opiniones de Saramago, casi siempre certeras, empujaron a miles de personas a reflexionar sobre la importancia de la sociedad civil y la corresponsabilidad de todos en la construcción de una sociedad democrática. En su libro Ensayo Sobre la Lucidez nos muestra que durante las elecciones municipales de una ciudad sin nombre, la mayoría de sus habitantes decide individualmente ejercer su derecho al voto de una manera inesperada. El gobierno teme que ese gesto revolucionario, capaz de socavar los cimientos de una democracia degenerada, sea producto de una conspiración anarquista internacional o de grupos extremistas desconocidos. Las cloacas del poder se ponen en marcha: los culpables tienen que ser eliminados. Y si no se hallan, se inventan. Los protagonistas de esta nueva novela, un inspector de policía y la mujer que conservó la vista en la epidemia de luz blanca de Ensayo Sobre la Ceguera, dan muestras de la altura moral que los ciudadanos anónimos pueden alcanzar cuando deciden ejercer la libertad.

Saramago, un escritor que se ha convertido en la conciencia lúcida de una época cegada por los mecanismos del poder, lanza una llamada de alerta: ¨Puede suceder que un día tengamos que preguntarnos Quién ha firmado esto por mí¨. Ese día puede ser hoy.

Es por esto que la literatura como un medio importante de expresión, se ha  convertido en creadora de ciudadanos críticos que día a día van fortificando las bases de una sociedad democrática, la cual se derrumbaría con ausencia de literatura.

Por Jaime Restrepo                                                                                                                                                                   Estudiante de  Literatura Universidad Tecnológica de Pereira.

 



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