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Depresión psicodélica
Jueves 03 de Mayo, 2012


Depresión psicodélica

Radiohead expresa un profundo desazón del individuo caminante de una calle colorida, bulliciosa, una selva de cemento caóticamente diseñada para consumirlo por avisos, guerras, hambre, dinero. Radiohead  envuelve un mundo de formas abstractas llenas de dolor, sus imágenes son una amalgama de otras, no sólo contiene un argumento social y político sino que hurgan en la psicología del ser, sus videos y letras están permeados de grises, de fondos negros atiborrados por colores vivos; modelan el estado del ser humano, en su individualidad, en su soledad, pero rodeado por la otredad; masa gigante de personas que quieren aplastarte sin ningún reparo, masa idiosincrásica del más fuerte.

Mucho se ha escrito de esta banda inglesa que encierra sus letras oscuras tan profundas desde la nostalgia, como críticas desde la inequidad, el cosmos de la música los ha reconocido como una de las mejores bandas rockeras que ha surgido en las últimas décadas; con un  espíritu revolucionario ha diseñado  los márgenes de un estilo musical que para la generación de los 90 amantes de los videos y las canciones melancólicas, supo ver en ellos un nuevo modelo discursivo que tras sus cortas letras poetizaba de manera dolorosa y un tanto desesperanzadora  hacia la fatídica y cruel realidad humana y política, realidad que refleja una podredumbre administrativa, y que ha llevado en ultimas, a nuestra sociedad a convertirse en ingrediente de una receta perfecta que no discute ni aprecia que estamos dentro de una  olla que hierve a fuego lento con los más débiles y vulnerables  en el fondo, evaporándose por inercia sin ningún reparo. En sus últimos álbumes una ofensiva semántica ha declarado sobre  el bombardeo a Irak, condenando los intereses socio-económicos de parte de los agresores e intrusos como suelen llamarlos, así como de las guerras nefastas que empañan nuestra historia, amarga verdad cantada en 4 minute warning “…corriendo de los bombardeos, ocultarse en el bosque, corriendo a través de los campos…caminar sobre sus cabezas”.

Su carga política es insignia en cada una de sus  letras, por lo cual los seguidores de Radiohead los han adoptado durante más de 24  años. Hace unos días atrás una sensación invadió  mi tarareo de la canción Street Spirit  mientras caminaba al teatro,  la voz desgarradora de Thom empapa de unas soledades ambiguas, la ciudad que dibuja, ese fondo de voces unido al galopeo lento de la guitarra de Jhony, producen una leve sonrisa irónica en quienes escuchan e interpretan su reclamo, un reclamo frustrante de un amargo tránsito ruidoso de la metálica ciudad “…soy todos los días que eliges para ignorar”. All I Need… y que sabiamente otorgan la solución, solución subjetiva claro está, pero de gran beneficio para nuestra mundana mentalidad que se consume en el consumismo; el arquetipo de niñez es de una recurrencia añorada, alucinación desmembrada del poder socio-político, estado que cambiará nuestro karma, “…ser un mundo infantil… antes que todos sucumbamos”. Street spirit. Su música es un color pálido que huele a tristeza, es una tristeza que sabe ser anhelada, una anhelada sensación de suspiros, suspiros musicales, una sinestesia musical. 

Letras como Karma Police, Creep, Paranoid android, les otorgó un gran éxito, no obstante en cada presentación, entrevista y conciertos manifiestan su odio al sistema excluyente económico, francos y desmesurados en sus discursos declaran desprecio hacia la fama que contradictoriamente los ha catapultado, aunque no los ha convertido en alcancías musicales a tal punto de componer en afanes comerciales, para lo cual su critica los tilda de “fantocherías depresivas”, sus discos se encuentran fácilmente, algunos  en la red se pueden descargar completos con el aval de sus autores. Su característica psicodélica heredada de los míticos Beatles, produce un delicioso sabor a huida, alucinaciones despiertas, teléfono limitado a la psique. Tal vez quede mucho recorrido nostálgico de esta banda que converge sus temas en la crítica social, humana y cultural de nuestra desintegrada e inesquiva manera de vivir, tal vez no; lo cierto es que mientras nuestro sistema siga en el refrigerador, con una fé musical, seguiremos esperando reproches, letras plausibles, voces caóticamente dulces que chocan con esta desmesurada sociedad que se escandaliza por sólo querer estar acompañados de soledad, para lo cual a veces sólo podemos recurrir al arte; a la música.

Por Cristian Cárdenas
Estudiante de Español y Literatura
Universidad Tecnológica de Pereira
Por Cristian Cárdenas
Estudiante de Español y Literatura
Universidad Tecnológica de Pereira

 



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